Hace más de un año que no he escrito ninguna entrada. He de reconocer que de vez en cuando he entrado, y además he recibido algún comentario de algún visitante ocasional que no se sabe cómo ha llegado a mi blog. He de decir que es cierto todo lo que cuento. Yo solo lo compongo un poco para que se entienda, le doy un poco de forma relatada para que tenga más interés (eso intento al menos), pero todo es real, incluido el último episodio, el que me llevó a dejar de escribir.
He estado tentada varias veces de volver a continuar el blog. Sobre todo cuando he recibido nuevos comentarios que me animaban o me decían algo bueno. Escribir es mi afición y al principio no me costó mucho dejar de hacerlo en este blog, porque aquel suceso fue traumático y necesitaba apartarme un poco de todo lo que me había llevado a él. He tenido otras vías de escape, como algún taller de escritura y otros medios parecidos, pero después de más de un año de mi última entrada y casi dos de las que formaban parte del relato de mi vida (en orden), después de comentarios y de varias tentaciones de continuar, con este nuevo año que empieza, me vuelve esa ansiedad que tenía por escribir y abrir mi vida de esta forma anónima que me permite el blog.
Sé que puede parecer pretencioso o egocéntrico, pero para continuar necesito saber que hay alguien al otro lado. No hay nada peor que escribir para la nada. Y que ese alguien que haya al otro lado, sigue interesado en escuchar mi historia. Si no recibo respuestas a esta entrada lo entenderé. No soy nadie para pediros fidelidad después de haber abandonado el blog de esta manera. Tampoco puedo prometer que vaya a tener un mayor seguimiento en los capítulos del que tenía al principio. Yo soy así, poco constante, pero intentaré al menos completar dos capítulos cada mes.
Por favor, espero vuestras respuestas. Y en cualquier caso, gracias por la oportunidad que me ofrecisteis de escribir para vosotros.
domingo, 8 de enero de 2012
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