miércoles, 19 de noviembre de 2008

Desnuda frente a mi jefe (2)

Siento escribir tan de vez en cuando, pero estoy muy muy ocupada y me cuesta mucho mantener este blog. Lo siento, intentaré escribir más a menudo.
Bien, el caso es que mi jefe se había dado cuenta de algo que los dos habíamos pasado por alto porque yo estaba desnuda, que yo había accedido a un ordenador que no era mío y que podía contener asuntos privados, y que eso era delito. Me vino a contar que si se hubiera encontrado con cualquier empleado suyo haciendo eso, no solo estaba despedido sino que sería denunciado. Bueno, no entiendo mucho de eso, pero vamos, que tal vez terminara en la cárcel. Que estaba obligado a hacer lo mismo conmigo, más aún si yo era tan solo una becaria de la uni.
Yo me derrumbé. Le juré y le perjuré que yo nunca había mirado nada en su ordenador, que me conectaba con él porque era el único que tenía cam y micro y que así hablaba con mi chico y que esa era la razón por la que estaba desnuda. Me dijo que no me podía creer y que al haber asuntos privados, le gustaría comprobar si realmente yo tan solo lo usaba para lo que decía.
Al final, no había otra forma de demostrárselo que volver a conectar con mi novio. Me dijo que era una tontería disgustarle diciéndole que me habían pillado y que lo mejor era que actuara como siempre. Estuve de acuerdo.
Volví al ordenador y volví a poner mi msn. Le dije a mi chico que el ordenador se había bloqueado a saber porqué. La verdad es que lo único que había acertado a hacer cuando oí el primer ruido de la cerradura de la puerta fue cerrar el programa, así que se lo creyó. Empezamos a hablar de nuevo. A mi se me notaba el disgusto, claro. Mi chico lo notó, pero yo le dije que no pasaba nada, que solo estaba un poco asustada porque ya era muy tarde.
El director se puso detrás del monitor, de manera que para mi chico yo estaba sola. Le pedí que siguiéramos con lo que habíamos dejado a medias. Era la única forma de demostrarle al jefe que yo no entraba para nada en su ordenador. Y claro, mi chico no quería otra cosa que sexo.
Me pidió varias cosas de las que no recuerdo todas. Si recuerdo que mi jefe seguía todo atentamente. Me abrí el sexo para mi chico, me masturbé, me metí algún juguete, también por atrás, todo para mi chico... y para mi jefe. Después de un rato, mi jefe sacó una cámara. Yo estaba entre la espada y la pared. Quizá debía haber cortado la comunicación con mi chico de nuevo y ocultarme de la cámara, pero en aquel momento no acerté a hacerlo. Seguí con las cosas que me pedía a través del msn mientras mi jefe lo grababa todo. Hice delante de esa cámara de todo. De todo. Mi chico me pidio incluso que me pasara por el sexo algunos bolis  y algún otro objeto que tenía mi jefe por la mesa y yo no tuve más remedio que hacerlo. 

No podéis imaginaros cómo estaba por dentro. Destrozada es poco. Creo que algo cambió esa noche en mi cabeza. Creo que algo se rompió y no volví a ser la de antes. Lo digo porque después de un rato, me dije que ya nada de esto tenía arreglo. Que estaba pasando, que no podía volver atrás. Y de repente, me vi a mí misma, abriéndome más, no a pesar de que mi jefe estaba allí, sino porque estaba precisamente. Me vi asustada, rota, pero entre todas esas sensaciones desagradables, se abría camino un pequeño disfrute, debido al morbo de la situación. No me habría atrevido a aceptarlo si hubiera sido consciente o si me lo hubieran preguntado, pero había algo que me empujaba a hacer todo lo que me pedía mi chico con una dosis de turbación y otra de deseo de mostrarme más que nunca. Cuando mi chico me pedía que me volviera a meter uno de los juguetes por el ano, me vi poniendo la mejor postura para que me viera mi jefe, y metiéndolo más adentro de lo que lo había hecho hasta entonces. Cuando me pidió que me masturbara, me encontré buscando una posición donde pudiera grabar bien mi jefe, esperando que hiciera zoom, que filmara con detalle.
Cuando mi chico se cansó cortamos la comunicación. Mi jefe dejó de grabar. Yo estaba cansada, partida en dos, destrozada mentalmente. Me senté en su silla y puse la cabeza entre las manos, ocultando mi cara y mis lagrimas. Entonces se acercó mi jefe. Me hizo ademán de que me levantara y me abrazó. Un abrazo fuerte. Os aseguro que era lo que más necesitaba en ese momento. Me dijo al oído que no me preocupara. Que me creía. Me sentí reconfortada y lloré en su hombro. Fue entonces cuando sus manos bajaron y empezaron a tocar mis nalgas, y sus dedos empezaron a adentrarse más entre ellas. No dije nada. Dejé hacer mientras me apretaba fuerte a él. Después de un rato me devolvió la llave del armario donde estaba mi ropa y me dijo que por hoy era suficiente. Que descansara. Dijo "por hoy". Y eso me hizo temblar, pero una vez más me calle. Solo quería irme a casa.
No dormí aquella noche de viernes, ni la siguiente, ni la del domingo. El fin de semana fue una pesadilla. Y el lunes tenía que ver a mi jefe de nuevo.

Seguiré otro día, espero que tarde menos que esta vez en volver a escribir. Estoy muy ocupada, pero siento no poder hacerlo con más ritmo. Espero no perder con ello a mis pocos lectores. A vosotros gracias. Necesito contar estas cosas a alguien para sentirme bien. 

6 comentarios:

  1. He caido por casualidad en tu blog. Y leyendo tus escritos se me vinieron a la memoria muchos fotogramas de mi vida, no, nada parecido, nada igual. Pero si una situacion analoga. Si lo haces como alivio y desahogo tanto por la razon que sea y del indole que sea no esta mal. A mi digamos que me falta valor para hacerlo, asi que... mi mas enhorabuena.

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  2. Hola anonimo. Te animo a que tu también escribas. Quiero que sepas que esto es solo el comienzo y que mi vida ha dado muchas vueltas y ha cambiado mucho desde entonces. Ahora me siento mucho más abierta a experiencias que antes, pero todo lo iré contando poco a poco porque quiero que se me entienda como he llegado a lo que hoy me pasa. Aun así, escribir esto es para mi una liberación. Por eso creo que a ti también te ayudaría. Si un día te decides, dímelo, me gustaria mucho intercambiar experiencias contigo.
    Por cierto, me comentas que has encontrado este blog por casualidad. Me gustaria mucho saber cómo has llegado a él. Gracias por estar ahí.

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  3. Hola. El mío no va a ser un comentario al uso. Creo que falta un contrapunto. Quizá análisis sobre lo que te pasa y porqué te pasa. Me apetece, y creo que puedo aportarlo. Si aceptas, mis palabras se podrían unir a las tuyas y formar un relato único. ¿Que opinas sobre mi ofrecimiento?
    :-)

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  4. como escribí antes, me agrada y sorprende enterarme no tanto de lo que has vivido, pues todos y cada uno de nosotros ha vivido diferentes situaciones (y si te contara algunas de las cosas que he vivido...uy!) sino me sorprende los huevotes que has demostrado tener para coger al todo por la cornamenta y dejar salir estas historias de tu corazón. Mucha gente nos quedamos con ellas aca dentro por cobardía, y ni siquiera el anonimato nos da la seguridad que a veces hace falta. Escribe más, vive más, sueña más y sigue escribiendo para que siga(mos) emocionándonos y angustiandonos contigo en este presente y en el presente de tus recuerdos.

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  5. Bueno, intento responder un poquito a los dos últimos comentarios:
    Anónimo: no acabo de entender a qué te refieres. Si te refieres a escribir entre los dos este blog, siento decirte que no estoy de acuerdo. Son mis experiencias, de las que apenas he empezado a contar nada. Además, el objetivo de este blog no es hablar de mis experiencias sin más. Las experiencias me han llevado a un camino, del que quiero hablar más adelante. Esperaba que me llevara menos tiempo y espacio contar la parte de mi pasado que me ha llevado a mi situación actual, pero me está costando. No obstante, creo que es necesario para conseguir una buena comprensión. De todos modos, puedes glosar cuanto quieras mis textos, siempre que lo hagas con amabilidad y educación. Para eso está este apartado de comentarios. Agradezco mucho tu interés y espero que sigas asomándote a este diario mío.

    Retecarlos: bueno, tengo que decirte que es fácil hablar desde el anonimato. Es algo que me gusta de este diario. Puedo hacer públicas las cosas que me pasan sin miedo a que me critiquen o que me miren mal al pasar por la calle. No creo que se trate tanto de valentía. Estoy descubriendo que me libera, me reafirma, me estimula a seguir viviendo, como tú dices. Gracias también a ti, porque eres uno de los que impulsan el motor que me lleva a escribir.

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