viernes, 17 de abril de 2009

Los números binarios

El día después de la aventura con el vecinito era miércoles, aunque tampoco importa mucho. Iba camino del trabajo y me calentaba la cabeza mientras me acercaba. Cómo podía haberme dejado allí, sabiendo que estaba desnuda, sin otras llaves que las mías. Cuanto más lo pensaba más me irritaba. Porque podían haber pasado mil cosas en esa hora y media larga que estuve en casa del vecino. Podía haberme pasado algo con ese tío, que él mismo había tachado de raro. O aunque ese tío no me hiciera nada malo, podían haber salido las cosas torcidas. Podía haber terminado enfadada con él, o él conmigo, o podía haberse ido, o no querer abrirme por mil otras razones cuando volví a llamar, y entonces yo me habría encontrado en la escalera sin saber a dónde ir, con tan solo una toalla (que encima perdí mientras subía corriendo), con ese hombre que me había visto  y sin duda seguía escaleras arriba en mi búsqueda. No sé qué habría pasado si el vecino con el que había hecho el juego no me hubiera abierto. Porque encima, yo tenía eso dibujado en mi culo, porque además, no estaba totalmente limpia (acababan de correrse en mi culo, y había sudado), y no sé a dónde habría llamado en petición de ayuda en ese estado. Solo de imaginar que tenía que llamar a otra puerta y tener que enfrentarme a otro desconocido, o a una mujer, o un niño, me dan escalofríos.
Cuando a la mañana siguiente llegué a la ofi ni se me ocurrió ir a verle. Fui directa a mi mesita, muy seria. Él no se dignó a salir de su despacho hasta mediada la mañana, aunque sabía perfectamente que yo había llegado como siempre a primera hora. Entonces pasó como si nada delante de mi mesa, pidió algún papel a uno de mis compañeros y al volver me dijo, Marta, ven un momento al despacho.
Estaba enfadada de verdad, así que fui muy seria, cerré la puerta y me senté callada. Bueno –dijo después de unos segundos de mirar sus papeles– no tienes nada que contarme? Y creo que eso fue la puntilla. Ni una excusa, ni un lo siento. Creo que empecé a hablar demasiado alto. Le dije que cómo podía haber hecho algo así, que si estaba loco, etc. Él me llamó al orden, con una señal me recordó que podían oírnos, me calmé un poco, pero le seguí diciendo que no podía hacerme eso.
Cuando consiguió que dejara de hablar me respondió que no era su intención, en un principio, dejarme allí, pero que al hacerse tarde, él no tenía ninguna excusa con su familia así que había tenido que irse. Sí que pensó que quizá mi tardanza se debiese a algún problema, pero subió hasta el piso del vecino, pegó la oreja y escuchó claramente mis grititos, que ya era capaz de reconocer cuando eran de gusto, e imaginó que había decidido ir más allá de lo que se me había pedido en el juego. Como ya tenía que estar escarmentada del último día, supuso que llamar no haría más que interrumpir. Por otro lado, decidió dejar mis llaves porque dejar las suyas era peligroso. Si dejaba debajo del felpudo las llaves de ese piso cualquiera podría entrar. Si encontraba las mías e intentaba entrar no le servirían de nada.
Me fui calmando. Tenía parte de disculpa, pero no toda. Desde mi punto de vista no podía dejarme así, desnuda, sin ninguna alternativa.
Él sonrió y me pidió que le contara lo que había pasado. Bueno, los que habéis llegado hasta aquí se supone que ya habéis leído mi post anterior, así que no voy a repetir toda la historia (qué aburrimiento). Primero le conté cómo el vecinito escribió los números sobre mis nalgas. Mi jefe se llevó la mano a la frente y se acordó en ese instante de esa parte del  juego, así que me pidió que me desnudara para comprobarlo. Yo aún estaba enfadada y vacilé un momento, pero pudo más mi curiosidad por saber qué era lo que habían escrito en mi culo, así que obedecí. Me agaché sobre el escritorio de mi jefe y se dedicó a transcribir los números al papel, mientras me tocaba y me masturbaba a ratos. Mientras tanto, yo seguí contando el resto de cosas que me habían pasado con el vecino, que no había podido evitar ver su bulto, que no quería hacer otra cosa que tocárselo, que después de eso no me pude negar a seguir, que él no tenía condón y decidimos hacerlo por atrás, etc. Después le conté la parte en la que me había quedado en la escalera esperando que todo fuera una broma suya, y que terminé por volver a casa del vecino que gracias a dios me dejó unas ropas suyas para volver a mi casa.
Mi jefe terminó de escribir antes de que yo terminara de contar mi historia, así que me di la vuelta, dejando mi sexo frente a él. Mientras yo terminaba el relato se dedicó a seguir masturbándome, así que yo  había perdido casi mi enfado y lo había sustituido por un calor y un aturdimiento, en parte molesto porque quería seguir enfadada con mi jefe, y en parte demasiado tentador para apartarme.
Cuando terminé mi relato entre sofocos y suspiros, mi jefe sonrió. Me dijo, sin dejar de tocarme, "¿ves cómo todo tiene buen fin? Si yo no te hubiera dejado allí no habrías conseguido una excusa para volver a ver a ese chico que te gusta. Quiero que vuelvas a su casa con su ropa puesta y tu ropa en una bolsita". A continuación, mi jefe me dijo lo que tenía que hacer una vez que estuviera de nuevo con su vecino. Me dijo que no fuera esa misma tarde, sino la siguiente, que era viernes. Por un lado me venía mejor, los viernes no había clase. Por otro, no podría estar con mi novio por webcam, pero en aquel momento, con las manos de mi jefe en mi sexo, en mi culo, en mis pechos, era lo que menos me importaba. A poco llegué a un orgasmo que me dobló sobre mi jefe. Me quedé ahí un momento, agradeciendo sus caricias.
Mientras sus manos recorrían suavemente mi piel, le pregunté a mi jefe por los números. Me dijo que la pregunta que había escrito en el papel solo la podía responder alguien como ese chico. Lo había visto muchas veces con cds, yendo y viniendo con discos, algún teclado y otras cosas de informática. Así que lo más apropiado era una pregunta de ordenadores. La pregunta era cuánto era un un gigabyte y medio en bits, tanto en números binarios como en el sistema decimal. Por entonces yo no sabía del sistema binario ni que existía, mucho menos hacer un cálculo de ese tipo. Bueno, no recuerdo la respuesta, lógicamente, solo que tenía una nalga atacada de unos y ceros y la otra con la cifra en decimal. Mi jefe me explicó en qué consistía en general toda esa parafernalia, aunque lógicamente lo he olvidado casi todo. La pregunta también la había olvidado, no se hablaba mucho de gygabytes y esas cosas por entonces. Para mí era chino. Pero con el tiempo, cuando la palabra gygabyte y bits se han convertido en populares, cada vez que oigo alguna de esas palabras recuerdo el episodio y la pregunta.
Después me vestí y salí del despacho. Hubiera querido odiarle, decirle que no repitiera otra vez lo que había hecho el día anterior, pero la verdad es que me sentía en el cielo y mi enfado había desaparecido. Y la idea que me había dado para volver a ver al vecino me gustaba.
Me fijé un momento en mis compañeros, al salir del despacho. Por fortuna nadie había oído mis gritos en la discusión, o eso pensé.

11 comentarios:

  1. Hola Martika, sigo leyendo tu blog, fan number one!!!!

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  2. Gracias, mágico. Agradecería que los que me leáis dejarais constancia con algún comentario. De lo contrario ando un poco a ciegas. Se que la gente entra pero no sé si el capítulo que he escrito es del gusto o no. Quisiera que seáis sinceros. Prefiero que me digáis que no os gusta a este silencio que me impide conocer vuestra opinión, y por tanto, saber por dónde debo ir o qué debo evitar.
    También agradecería que hiciérais click en los anuncios. A mi solo me consta dos desde que comencé a colocarlos. Si sigue así, creo que los quitaré, o buscaré otra cosa.

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  3. Aquí tienes a otro fiel lector ;-)

    Permiteme una pregunta que se sale un poco fuera del tema.

    ¿alguna vez lo has hecho con otra chica? y si así es, lo contarás?

    Tu decides si responder o nó ;-)

    Saludos.

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  4. Que si lo he hecho con una chica? No es que me atrajera, pero me lo pidió mi jefe hace como un par de años. Pero no me resultó interesante. Me pareció insípido y le pedi que no volviera a pedirmelo porque no me decía nada. No me provocaba. No sé si lo contaré, no me aportó mucho. Sí que tengo que decir que ha habido alguna otra experiencia con chicas, pero no en cuanto a algo tan directo como hacer el amor, sino con insinuaciones y algunas caricias permitidas, sin dejar ir más allá. Una de las experiencias fue hace ya tiempo, repitiendo el tema del probador en un establecimiento de una chica que sabíamos que era les. Pero aquello no pasó de mera anécdota y no creo que aporte nada diferente a la experiencia que ya he contado de la primera vez.
    Gracias por seguir ahí, paskerap.

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  5. Hola Martika, con influenza humana y todo, seguimos esperando tu nueva aportación!!!

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  6. Lo siento, voy preparando el siguiente capítulo, pero estoy liadísima y de momento habrá que esperar un poquito. Un beso a todos.

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  7. a seguir essperando entonces
    gracias por escribir

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  8. Aca otro fiel lector que espera con ansias la continuación de la historia....

    Vamos Marta!

    Un beso desde Chile.

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  9. Hola Martika! No te das una idea de la ansiedad que tengo por leer la continuación de la historia, de hecho, tengo en todos los lugares posibles el RSS de tu blog así me entero rápidamente si hay algún nuevo post. Saludos desde Buenos Aires, Argentina.

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  10. que pasa martika nos tenes abandonados ,ya va mas de un mes , no va a escribir mas?

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  11. parece que se aburrio de escribir

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Hola. Deja tu comentario, me encantará leerlo, pero sé amable, por favor.

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