Este diario empieza de manera puntual, en un momento concreto de mi vida, y conviene hacer un poco de memoria, porque creo que nadie es sin haber sido. Si el diario fuera para mí, es de prever que me evitaría este capítulo, pero es muy posible que en ese caso tampoco tuviera un interés en empezarlo. Lo que significa, en el fondo, que este diario, o bien está para ser leído por otros o no existiría. Esos otros, por imposición propia, son desconocidos. Quiero que sean desconocidos. Y un desconocido, necesita cierta perspectiva para la comprensión del otro. Quizá pueda resultar un rollazo, pero creo que es necesario. Intentaré ser breve.
Tengo 24 años. A poco de cumplir los 25 me estoy encontrando con que me siento que nunca he vivido como estoy viviendo ahora. Y esto es parte de lo que me lleva a compartir y a querer contar. Puedo decir que hace dos años terminé psicopedagogía en una universidad de una provincia, aunque soy de Madrid. Ahora mismo estoy trabajando en una residencia de ancianos. De mi presente, no hay nada más que pueda interesar.
Hace cinco años tenía novio. Era el único que había tenido hasta entonces. Quiero decir que con él hice el amor por primera vez, con él viajé por primera vez, etc. Desde los 14 años estaba con él. Era un buen tío y, si vuelvo la vista atrás, ahora me parece un poco ingenuo, pero no más que nuestra relación. No tenía ninguna intención. Ni de casarme, ni de empezar nada serio.
Yo tenía entonces 19 años y él consiguió una beca en Italia para estudiar un año allí. Como él estudiaba historia, la verdad es que era una oportunidad única. Así que se fue.
Yo ya alternaba desde hacía un tiempo los estudios con un trabajo en una empresa que dependía de mi universidad. No servía para pagarme la matrícula, pero sí para tener mejor fin de semana.
El caso es que el ordenador del despacho del director de esa empresa tenía web cam, por entonces algo bastante más extraño que hoy en día. Los viernes por la tarde solía quedarme sola, porque todos libraban y porque había suficiente confianza en mí.
Se lo comenté a mi novio y no tardamos mucho en empezar a hacer videoconferencias, aunque él tenía un ordenador solo con micro. Supongo que ya os imaginaréis que no lo dejamos solo en hablar. Pasado un tiempo, y entrada ya la noche, yo empecé a hacer cosas más subidas de tono. Empecé a quitarme la camiseta o el top, después me atreví con más cosas y bueno. Desde luego, no desde el primer día, pero poco a poco me fui atreviendo a hacer cosas que solo hacía en la intimidad.
No quiero hacerme la tonta ahora. El hecho de que lo hiciera en un lugar diferente a mi dormitorio tenía algo. Tenía morbo. No voy a cortarme, diré las cosas como son. Pasado un tiempo, hacía de todo delante de mi novio, me masturbaba, me metía juguetes, jugaba con objetos del despacho...
Creo que todo esto habría quedado en eso, nunca estaría contándolo aquí, aunque sea de una manera anónima, si no fuera porque mi jefe terminó pillándome.
Y de momento lo dejo aquí. El próximo día contaré cómo me pilló.
Me gustaría mucho que los que leéis esto me escribierais. Un besote y hasta pronto.
Hola Martika. No sé si tu idea es sólo contar esto para que nosotros, tus lectores, sepamos cuales son tus preferencias o si además deseas intercambiar experiencias, conocer personas y demas. Por las dudas, soy Leonardo, vivo en Argentina, tengo 31 años y cuando vos lo apruebes, te pasaré mi correo. Besos y éxitos
ResponderEliminarHola, Leonardo. Gracias por responder.
ResponderEliminarMi idea era solo contar mi experiencia, pero estoy abierta a todo siempre que sea a través de este diario. Prefiero no entablar otro tipo de relación. Especialmente porque todo lo que me ha pasado y lo que me pasa hoy lo puedo contar de manera anónima. No quiero que haya posibilidad de que alguien llegue a conocerme a través de estos diarios, y la mejor forma es atenerme a este blogspot. Me gustaría mucho, no obstante, que siguieras dejando comentarios.
Un beso