martes, 23 de diciembre de 2008

El siguiente viernes de chat (y 3)

"Pídeme lo que quieras", qué ocurrencia. Una mujer veinte años más joven, desnuda y sola y se me ocurre poner las cartas boca arriba y exponerme totalmente. Mi jefe sonrió. Dijo algo así como "¿de veras?". Yo asentí sin atrever a levantar la mirada. "Muy bien, acompáñame". Casi todos los diálogos (como las situaciones) que reproduzco aquí son aproximados. Es imposible recordarlo todo palabra por palabra. Sin embargo, hay frases o situaciones que recuerdo con exactitud, como he dicho antes. Estas palabras fueron exactas. Acompáñame. Estaba loca. Él tenía mi ropa interior, había cogido al vuelo mi blusa y había recogido del suelo mi mini. Llevaba toda mi ropa y se encaminaba hacia el pasillo, fuera de su despacho. Sin pensarlo le seguí. No era la primera vez que me paseaba desnuda por las oficinas de mis compañeros, ni por la sala común donde estaban varias mesitas con sus ordenadores. Ahora era diferente porque había otra persona en la sala, pero no me importaba. Ya nada importaba después de todo lo que había visto esa persona. Después de todo lo que yo había permitido.
Pero mi jefe se dirigió a la puerta de salida. La abrió y salió. Yo me quedé paralizada. Las oficinas de la empresa estaban en un edificio exclusivamente para empresas. No eran horas de trabajo, era un viernes por la noche. Aún así, no era tan extraño que alguien de alguna otra empresa estuviera trabajando. Mi jefe se volvió al ver que no le seguía. Negué con la cabeza, le pedí que no me pidiera eso, y me respondió que era yo la que había tenido la idea. Que no pusiera ahora límites, si de verdad me estaba ofreciendo por completo. Lo pensé un segundo más y franqueé la puerta de salida, temblando no tanto de frío (que también) como de miedo. Mi jefe me cogió de la mano y me sentí como una niña pequeña. Primero porque él era alto y su mano muy grande, segundo porque me sentía en sus manos. Bajamos hasta la segunda planta, donde estaban las oficinas de una empresa de seguridad. Nos paseamos por los pasillos en silencio. Su mano se puso de nuevo en mi culo, y un dedo jugó con mi ano mientras seguíamos paseando. Cogimos el ascensor, me subió al cuarto, donde había varias oficinas de empresas pequeñas. Paseamos otro rato. Recuerdo que él me miraba de vez en cuando, miraba mis senos, mi sexo, me dejaba ir delante para mirar mi culo mientras caminaba. Yo no decía nada. Estaba muy asustada, atenta a cualquier ruido que pudiera significar actividad tras la puerta de alguna de esas oficinas. De repente, mi jefe se detuvo y me miró sonriente. Yo levanté los hombros y enseñándome mi ropa, me dijo que si quería que me la devolviera me lo tenía que ganar.
Yo sé que todo era un juego. En parte porque me lo decía con una sonrisa. Pero empezaba a entender que el juego debía ser acatado sin preguntar o poner trabas, porque precisamente así tenía sentido, tanto eso como todo en esa situación extraña en la que yo había terminado por estar desnuda y a merced de mi jefe. Sabía que podía romper las reglas en cualquier momento, que si me mostraba disgustada, si me ponía a llorar, si me superaba la situación, mi jefe dejaría de jugar. Y en realidad me superaba la situación. Me superaba con mucho. Sentía mi corazón golpear bajo la piel, sentía mi mente nublada. Pero no quería dejar el juego. Había una parte en él que estaba por encima de mi miedo y mi inseguridad. Una parte que me hacía sentir feliz en ese estado de sumisión. Así que le pregunté qué tenía que hacer para conseguir la ropa.
Para empezar, túmbate con la cara hacia el suelo, abre tus brazos en cruz y también tus piernas. Sentí un escalofrío solo de sentirme tan expuesta. Lo hice y sus manos empezaron a recorrer mi espalda, mis piernas, y finalmente mi sexo, entre las nalgas. Empezó a masturbarme y cerré los ojos, sintiendo sus grandes dedos frotar, pellizcar y soltar mis labios, mi clítoris. Al poco, llegó mi tercer orgasmo de esa noche. Cuando notó mi agitación, mis convulsiones, cuando estaba en el momento más placentero, puso un dedo en mi ano y lo hundió hasta dentro. Lo que sentí es indescriptible. Enloquecida, fuera de mí, no sabría cómo decirlo. Un dedo grande y gordo, casi como un pene, metido en mi ano hasta dentro y moviéndose dentro mientras aún me agitaba con el orgasmo. Lo sacó lentamente y volvió a meterlo con fuerza. Me hizo mucho daño. Tuve miedo de que me rasgara. Pero pudo conmigo más el placer, levanté el culo, abrí más las piernas, apoye mi cara contra el suelo y abrí las nalgas con mis manos. Sigue, por favor.
Un segundo dedo entro en la tercera embestida. El dolor se intensificó. Ahí sí que pensé que algo se había roto. Cerré los ojos. Le pedí que lo dejáramos, que me estaba haciendo mucho daño. Pero no cambié de postura. Recuerdo que me susurró al oído que bajara la voz porque si alguien estaba trabajando aún y abría la puerta, él saldría corriendo y me dejaría desnuda allí. Después me dijo, "relaja tu ano, por favor". Me lo repitió porque yo no lo conseguía. Y entonces me metió tres dedos. Quise gritar pero ahogué las ganas. Más tuve que hacerlo cuando empezó a girar los dedos dentro, y a meterlos y sacarlos rítmicamente. Comencé a llorar, aunque no sabría decir si de dolor o de placer. Cuando se cansó, sacó los dedos y los limpió en mi sexo, frotandose contra él. Me relaje y me quedé tirada en el suelo, aún con las piernas abiertas, sabiendo que él podía seguir mirándome. Al final me cogió de una mano y me levantó. Bajamos de nuevo al tercero, a las oficinas y allí me abrazó, sus manos volvieron a mis nalgas y sus dedos a mi sexo. Me dijo que lo sentía, que a veces se le iba la mano cuando estaba muy excitado. Yo creo que le dije que no importaba. Me dio la ropa y me dijo que pasara un buen fin de semana.
Cuando llegué a casa me miré el culo en el espejo. Estaba aún rojo, pero no vi nada ni toqué nada que estuviera especialmente dolorido. Pensé en sus dedos, dentro de mí, moviéndose, frotando las paredes internas, abriendo mi culo más y más. Estaba exhausta. Aquella noche me dormí deseando que al día siguiente fuera de nuevo viernes.

7 comentarios:

  1. Hola Martika, emociona tu escribir.. una pregunta.... habías antes experimentado el sexo anal?, o fue eso solamente una práctica que inició tu jefe en ti?.... y por otro lado, al parecer sentiste miel y hiel.... porque veinteañera y con el goce de la sexualidad al límite la excitación puede ser fuerte al grado de perder la conciencia supongo... a mi me gustaría en un apartado te describieras muy bien físicamente.... eso ayudaría bastante a recrear todo lo que nos cuentas tan diligentemente y que disfrutamos....

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  2. No, mágico, ya había practicado sexo anal con mi chico y cuando tuvo que irse de aquí y empezamos a hacer cibersexo compramos algunos juguetes que usaba con la cam. Como supongo que tienes curiosidad, varios de ellos estaban pensado para introducirlos por el ano. No recuerdo cómo se llamaban, pero uno tenia bolitas que se iban metiendo una detrás de otra y otro era un consolador algo más pequeño. Lo solía usar con mi niño, en la web cam. Pero siempre tenía mucho cuidado al introducirlo. La verdad es que por entonces tenía mucho miedo a hacerme daño. Mi jefe me ha demostrado poco a poco que el cuerpo es más flexible de lo que parece. Él por primera vez me forzó el culo con violencia aquel día y no pasó nada fuera de algunas zonas rojas que se fueron en la misma noche.
    Veamos, describirme físicamente. Soy delgadita, no muy alta (1,65), oscilo entre los 52 y los 54 kilos, ojos marrones oscuros, tez muy pálida (me quemo siempre en verano) y cabello castaño. En la época en que comenzó todo esto llevaba media melena, pero ahora tengo el pelo muy cortito. En cuanto a mi cara. Pues qué quieres que te diga. Dicen que tengo cierto parecido con Alyssa Milano, la de embrujadas (no sé que título tendrá por esos lares ni si la conoces, es una serie de tres hermanas brujas), aunque yo no tengo claro ese parecido. No me considero ninguna beldad, no soy ninguna modelo, pero creo que tengo gancho, por decirlo de algun modo. Y si quieres que dé alguna nota sexual, no tengo tanto pecho como la Milano, pero tampoco estoy planita, y mi culo no es muy grande. Digamos que mi figura se puede parecer, salvando las distancias y para que te hagas una idea, a la de Cristina Ricci (aunque no me parezco a ella en la cara, para mi desgracia. Me parece guapísima). Espero haberte aclarado. Respóndeme y dime, porfa. Y muchas gracias por seguir leyendo.

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  3. Hola Martika, muchas gracias por tu descripción, creo eres muy bella... (f), jeje... otra sugerencia... creo importante que te describas en en dos facetas: ese pasado y el presente, puesto que la historia es importante en lo que avanza el hombre y para un lector asiduo (como este que escribe) de tu blog es importante el conocerte no solo en el plano de la historia sino como te has desenvuelto en tu propia vida. Puedes decir el país de donde eres o si te animas incluso una región, solo para situarnos en el contexto socio-cultural mas indicado al leerte y no quede todo como morbo puro y sincero.

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  4. Hola martika.

    Lo primero felicitarte por tu blog, me parece estupendo, algunas cosas de las que cuentas las he practicado y otras me ponen muchisimo, acabo de leer todas tus entradas y he tenido que masturbarme tres veces.

    Con tu permiso te agrego a mis marcadores, me has hechizado, un abrazo y feliz año nuevo, espero poder seguir leyendote con asinuidad.

    Besos.

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  5. El peligro y lo nuevo genera adrenalina y despues nos volvemos
    adictas a esa sensación, le tememos pero lo deseamos, nos salimos de la rutina monótona y exploramos nuevas vivencias que enriquecen nuestra existencia

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  6. A El Mágico respondo con un post, por extensión y por que me he dado cuenta de que puede ser de interés general.

    Pumuki: me dices que te has marturbado. Bueno, no es mi primera intención excitar, te lo aseguro, pero entiendo que puede provocarlo. Me gusta que mi lectura te excite. De todos modos, el objetivo principal es abrir los ojos a quien los tenga cerrados y dar un empujoncito a quien ya haya empezado a abrirlos. Supongo que habrá gente que estará mucho mas adelantada que yo, pero yo doy mi experiencia para quien le pueda servir. Creo que muchos de los que me leen ya saben a qué me refiero. Mi intención sobre todo es dar a entender lo gratificante que puede ser deshacerse de tabúes y estar abierta a nuevos horizontes. De todos modos, comprendo que algunos solo quieran excitarse con esta lectura. No me enfadaré si piden un mayor detalle en algún aspecto, e intentaré satisfacer la petición.

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  7. Carolina: estoy cien por cien de acuerdo contigo. Me da la sensación de que tú tienes mucho que contar también y como de lo que se trata es de vivir y desarrollarnos a través de conocer más y más, te animo a que tú también cuentes tu historia. Seguro que es muy interesante.

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Hola. Deja tu comentario, me encantará leerlo, pero sé amable, por favor.

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